domingo, 13 de julio de 2014

Regresar, con casi 30.

En silencio
A "escondidas"
Sin decir nada
Por el placer de tener un espacio muy mio donde escribir porque se me antoja.
-Hoy quiero compartir las palabras de una persona que siente amor profundo...-


Carta a mi padre

Sé que te he dicho que quiero hablar contigo, y también sé que lo he evitado con la excusa de no 
ser el momento o de no ser el lugar; excusas tengo y tendré de sobra. Siempre he sabido que soy 
cobarde para hablar y torpe para expresarme, por eso, y aunque sé que no es la mejor manera, 
decidí hacerlo por escrito, porque creo (y espero no equivocarme) que de ti heredé la facilidad 
para que mi mano pueda decir lo que mi boca no se atreve. 
“Desde la mujer que soy, a veces me da por contemplar aquellas que pude haber sido; las mujeres 
primorosas, hacendosas, buenas esposas, dechado de virtudes, que deseara mi madre.” Tomo 
prestadas las palabras de alguien más para decirte que esta, sin duda alguna, es y seguirá siendo 
una extensión de tu ser, una semilla de ti, una pequeña esponja que ha adsorbido todo lo que le 
has enseñado y también aprendido (o por lo menos lo he intentado) de tus errores, que para mí 
siempre han sido muy pocos. 
Es cierto que no te he mirado a los ojos, por cobardía, por miedo a lo que pueda encontrar en 
ellos, por terror a sentir que me miran de una manera diferente a como me han mirado desde mi 
nacimiento; pero te aseguro, que nunca por vergüenza. 
Desde mi adolescencia, que a veces no me queda claro que etapa de mi vida fue esa, supe que 
el máximo miedo que tenía era decepcionarte, de no lograr ser alguien de quien tú y mi madre 
pudieran sentirse orgullosos. Ese miedo me acechó desde entonces, acompañándome a cada 
lugar, en cada momento, en cada rincón de mi mente y hoy, siento que se ha cumplido.
Pienso en las cosas que pasaran por tu mente y por la de ella, en cómo me miran, en cómo me 
hablan, en cómo piensan en mi ahora; pienso innumerables cosas que me aterran, que me han 
hecho sentir como la niña incapaz de dormir con la luz apagada por miedo a que la oscuridad se 
la lleve con ella. Siento nudos en la garganta todo el tiempo, siento el pecho oprimido, los pies 
cansados, la mirada perdida; siento el miedo que solo puedo comparar con el que puede sentir un 
funambulista al saber, que con un paso en falso caerá al vacío sin ningún remedio. 

No intento explicarte quien soy, no pretendo que a través de este papel lo sepas. Para conocernos 
hemos tenido desde el inicio de mi vida, y tendremos hasta el final de las nuestras. Solo quiero 
decirte, que tal vez soy diferente a otras mujeres, porque mis metas, mis sueños son diferentes 
a los de una mujer “normal”, pero soy yo, soy la misma de siempre, con los mismos valores, los 
mismos principios, la misma ideología que han inculcado en mí; soy la misma que vieron crecer, 
llorar, patalear, reír, enloquecer de vez en cuando; esa misma que siempre prefirió un libro a 
cualquier otra cosa que una niña de su edad; soy la misma de siempre, con el mismo amor, que tal 
vez nunca he podido demostrar muy bien, por ti y por ella. Sé quién soy y se por quién lo soy y a 
quien le debo mi vida entera. 

Agradeceré siempre todo los que han hecho y hacen por mí. 
Te amo como jamás podré decírtelo. 
“No me arrepiento de nada, como dijo la Edith Piaf. 
Pero en los pozos oscuros en que me hundo, 
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos, 
siento las lágrimas pujando; 
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo, 
blandiendo condenas contra mi felicidad. 
Impertérritas niñas buenas me circundan 
y danzan sus canciones infantiles contra mí 
Esta mujer de pechos en pecho 
que, por mi madre y contra ella, 
Gioconda Belli: No me arrepiento de nada.

No hay comentarios: